El puente sobre agua más largo del mundo fue inaugurado hoy en China. El Qingdao Haiwan Bridge, que ya habíamos mencionado aquí cuando estaba en construcción, ya está abierto para circulación de vehículos.
La construcción de este puente costó US$2.300 millones, y une Qingdao con Huangdao, reduciendo el tiempo de viaje y la necesidad de transporte acuático, que dependía en muchos casos de las condiciones climáticas.
El puente mide 42,5 kilómetros de largo, superando el récord que mantenía el puente Lake Pontchartrain Causeway en Louisiana con 38 kilómetros.
Link: World’s longest cross-sea bridge opens in east China (Xinhua)
jueves, 30 de junio de 2011
China inaugura el puente más largo del mundo
¿Pueden los perros leernos la mente?
¿Pueden los perros leer nuestras mentes? ¿Cómo aprenden a pedir comida o deciden comportarse mal cuando no les miramos? Según Monique Udell y su equipo, de la Universidad de Florida (EE UU), el modo en que los perros responden al nivel de atención que le prestan las personas nos dice algo acerca de la forma en que piensan y aprenden sobre el comportamiento humano.
Investigaciones recientes han identificado una amplia gama de comportamientos sociales similares a los humanos en el perro doméstico, incluyendo su capacidad para responder al lenguaje corporal de las personas que le rodean, a las órdenes verbales, y a los estados de atención. ¿Pero cómo lo hacen? ¿Observan nuestro comportamiento en distintas circunstancia y luego responden en consecuencia? ¿O aprenden por experiencia, respondiendo a lo que sucede a su alrededor?
Para averiguarlo, Udell y sus colegas pusieron en marcha dos experimentos para comparar cómo actúan perros domésticos, perros pastores y lobos dándoles la oportunidad de pedir comida, ya sea a una persona atenta o a una persona a la que el animal no puede ver. Así comprobaron por primera vez que los lobos son capaces de reclamar comida acercándose a los humanos atentos. Esto demuestra que ambas especies - domésticos y no domésticos - tienen la capacidad de comportarse de acuerdo con el estado de atención de un ser humano. Además, tanto los lobos como los perros fueron capaces de mejorar rápidamente su desempeño con la práctica.
Además, llegaron a la conclusion de que los perros que viven en un ambiente doméstico son más sensibles a los estímulos predecibles en los seres humanos atentos que los dedicados al pastoreo. El comportamiento canino, concluyen, “se debe a la voluntad de los animales de aceptar a los seres humanos como compañeros sociales, combinada con una capacidad para seguir los movimientos y las acciones de las personas para recibir confirmación”.
Investigaciones recientes han identificado una amplia gama de comportamientos sociales similares a los humanos en el perro doméstico, incluyendo su capacidad para responder al lenguaje corporal de las personas que le rodean, a las órdenes verbales, y a los estados de atención. ¿Pero cómo lo hacen? ¿Observan nuestro comportamiento en distintas circunstancia y luego responden en consecuencia? ¿O aprenden por experiencia, respondiendo a lo que sucede a su alrededor?
Para averiguarlo, Udell y sus colegas pusieron en marcha dos experimentos para comparar cómo actúan perros domésticos, perros pastores y lobos dándoles la oportunidad de pedir comida, ya sea a una persona atenta o a una persona a la que el animal no puede ver. Así comprobaron por primera vez que los lobos son capaces de reclamar comida acercándose a los humanos atentos. Esto demuestra que ambas especies - domésticos y no domésticos - tienen la capacidad de comportarse de acuerdo con el estado de atención de un ser humano. Además, tanto los lobos como los perros fueron capaces de mejorar rápidamente su desempeño con la práctica.
Además, llegaron a la conclusion de que los perros que viven en un ambiente doméstico son más sensibles a los estímulos predecibles en los seres humanos atentos que los dedicados al pastoreo. El comportamiento canino, concluyen, “se debe a la voluntad de los animales de aceptar a los seres humanos como compañeros sociales, combinada con una capacidad para seguir los movimientos y las acciones de las personas para recibir confirmación”.
Los ojos más antiguos tienen 515 millones de años
Un equipo internacional de investigadores, entre los que se encuentra un científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha hallado los ojos fósiles más complejos y antiguos del mundo. Los ojos, muy bien conservados, pertenecieron a una especie de artrópodo marino que poblaba la Tierra hace 515 millones de años y que tenía un modo de vida similar al de una langosta. El descubrimiento, llevado a cabo en un yacimiento paleontológico al sur de Australia, se recoge en el último número de la revista Nature.
Los ojos, de un centímetro de diamétro, están formados por miles de pequeñas lentes, igual que los de algunos insectos y crustáceos de la actualidad. Pertenecieron probablemente a un animal grande, activo y cazador, y por el tamaño del ojo, los científicos creen que podría medir unos 20 centímetros. “Ya se habían hallado antes ojos compuestos fósiles, pero nunca tan complejos. Cada uno está formado por más de 3.000 pequeñas lentes, lo que hacía que el animal tuviera una visión muy aguda. Además, una zona de lentes más grandes, similar a la que tienen las libélulas, le permitía ver en ambientes de poca luminosidad”, destaca Diego García-Bellido, investigador del CSIC en el Instituto de Geociencias.
El hallazgo ha tenido lugar en unas rocas de la localidad de Emu Bay Shale, en la Isla Canguro. Los sedimentos que contienen los fósiles se depositaron poco después de la “explosión” de diversidad del periodo Cámbrico, un evento evolutivo que marcó, hace entre 540 y 520 millones de años, la aparición de casi todos los grupos animales actuales, como los artrópodos, moluscos, equinodermos o cordados.
Según García-Bellido, el trabajo demuestra que la visión era “extremadamente compleja” ya desde el origen de la vida animal en el Cámbrico. Las lentes producen cada una un píxel de resolución visual, lo que significa que el animal veía el mundo con una resolución de más de 3.000 píxeles por cada ojo. Las libélulas de la actualidad tienen los ojos de mayor agudeza conocidos y ven el mundo con casi 30.000 píxeles. “La capacidad de ver a un depredador podía ser la diferencia entre la vida y la muerte, o en términos evolutivos, entre sobrevivir o extinguirse. La presión de la selección natural debió de ser muy fuerte para desarrollar y refinar el sentido de la vista. Tanto es así que algunos científicos sugieren que la visión fue uno de los motores que propulsaron la radiación animal durante el Cámbrico”, detalla el científico.
Hasta ahora se conocían los ojos mineralizados de los trilobites, un tipo extinto de artrópodos emparentados con los cangrejos, los escorpiones o los insectos, que poblaron los océanos durante el Paleozoico (hace entre 540 y 250 millones de años). “Los ojos del artrópodo que hemos encontrado son mucho más elaborados que los de los trilobites con los que convivían: tienen 3.000 lentes en comparación con las 100 de los trilobites y el diámetro de cada una de ellas también es mayor”, asegura García-Bellido.
Las excavaciones en esta fructífera localidad de Australia, lideradas por el South Australian Museum, comenzaron en 2007. Desde entonces, este equipo de investigadores ha sacado a la luz más de 5.000 ejemplares de unas 50 especies marinas distintas, muchas todavía sin describir. Entre los fósiles encontrados, ubicados sólo a un metro y medio de profundidad, destacan varias especies de trilobites, varios tipos de artrópodos no emparentados con ningún grupo actual, numerosos gusanos marinos, algas, esponjas y braquiópodos, entre otros.
“Hemos comprobado que cuanto más profundo excavamos, menos deterioradas están las rocas y mejor conservados están los fósiles. Sabemos que las rocas se extienden a lo largo de centenares de metros, por lo que el potencial de descubrimientos durante las próximas décadas es espectacular”, asegura García-Bellido, que colabora en el trabajo con científicos de las universidades de Adelaida, Nueva Inglaterra, South Australia y el Natural History Museum de Londres.
Los ojos, de un centímetro de diamétro, están formados por miles de pequeñas lentes, igual que los de algunos insectos y crustáceos de la actualidad. Pertenecieron probablemente a un animal grande, activo y cazador, y por el tamaño del ojo, los científicos creen que podría medir unos 20 centímetros. “Ya se habían hallado antes ojos compuestos fósiles, pero nunca tan complejos. Cada uno está formado por más de 3.000 pequeñas lentes, lo que hacía que el animal tuviera una visión muy aguda. Además, una zona de lentes más grandes, similar a la que tienen las libélulas, le permitía ver en ambientes de poca luminosidad”, destaca Diego García-Bellido, investigador del CSIC en el Instituto de Geociencias.
El hallazgo ha tenido lugar en unas rocas de la localidad de Emu Bay Shale, en la Isla Canguro. Los sedimentos que contienen los fósiles se depositaron poco después de la “explosión” de diversidad del periodo Cámbrico, un evento evolutivo que marcó, hace entre 540 y 520 millones de años, la aparición de casi todos los grupos animales actuales, como los artrópodos, moluscos, equinodermos o cordados.
Según García-Bellido, el trabajo demuestra que la visión era “extremadamente compleja” ya desde el origen de la vida animal en el Cámbrico. Las lentes producen cada una un píxel de resolución visual, lo que significa que el animal veía el mundo con una resolución de más de 3.000 píxeles por cada ojo. Las libélulas de la actualidad tienen los ojos de mayor agudeza conocidos y ven el mundo con casi 30.000 píxeles. “La capacidad de ver a un depredador podía ser la diferencia entre la vida y la muerte, o en términos evolutivos, entre sobrevivir o extinguirse. La presión de la selección natural debió de ser muy fuerte para desarrollar y refinar el sentido de la vista. Tanto es así que algunos científicos sugieren que la visión fue uno de los motores que propulsaron la radiación animal durante el Cámbrico”, detalla el científico.
Hasta ahora se conocían los ojos mineralizados de los trilobites, un tipo extinto de artrópodos emparentados con los cangrejos, los escorpiones o los insectos, que poblaron los océanos durante el Paleozoico (hace entre 540 y 250 millones de años). “Los ojos del artrópodo que hemos encontrado son mucho más elaborados que los de los trilobites con los que convivían: tienen 3.000 lentes en comparación con las 100 de los trilobites y el diámetro de cada una de ellas también es mayor”, asegura García-Bellido.
Las excavaciones en esta fructífera localidad de Australia, lideradas por el South Australian Museum, comenzaron en 2007. Desde entonces, este equipo de investigadores ha sacado a la luz más de 5.000 ejemplares de unas 50 especies marinas distintas, muchas todavía sin describir. Entre los fósiles encontrados, ubicados sólo a un metro y medio de profundidad, destacan varias especies de trilobites, varios tipos de artrópodos no emparentados con ningún grupo actual, numerosos gusanos marinos, algas, esponjas y braquiópodos, entre otros.
“Hemos comprobado que cuanto más profundo excavamos, menos deterioradas están las rocas y mejor conservados están los fósiles. Sabemos que las rocas se extienden a lo largo de centenares de metros, por lo que el potencial de descubrimientos durante las próximas décadas es espectacular”, asegura García-Bellido, que colabora en el trabajo con científicos de las universidades de Adelaida, Nueva Inglaterra, South Australia y el Natural History Museum de Londres.
Encuentran el quásar más lejano y brillante
Investigadores del Imperial London College (Reino Unido) han liderado un equipo que ha observado al quásar más brillante descubierto hasta el momento: ULAS J1120+064. El estudio, publicado en Nature, podría resultar útil para comprender la formación del universo ya que las observaciones de estas formaciones astronómicas revelan el estado de ionización del medio intergaláctico que tuvo lugar mil millones de años después del Big Bang. Entre los objetos que son lo suficientemente brillantes como para ser estudiados en detalle, este es el más distante.
Los quásares son galaxias distantes muy luminosas, alimentadas por un agujero negro supermasivo en su centro. Su brillo los convierte en poderosos faros que pueden ayudar a investigar la época en que se formaron las primeras estrellas y galaxias.
Los quásares han sido identificados históricamente en estudios ópticos, insensibles a fuentes de desplazamiento al rojo más allá de 6,5. Ahora, el trabajo revela que ULAS J1120+0641 tiene un acercamiento de 7,085, lo que significa 770 millones de años después del origen del universo. El quásar más cercano a este punto observado hasta el momento tenía un desplazamiento de 6,44 (100 millones de años más joven que el localizado ahora). Estudiar la distancia entre los dos "faros" servirá para arrojar algo de luz a una época de la que los científicos no tienen mucha información.
“Creemos que solo hay unos 100 quásares brillantes con desplazamiento al rojo superior a 7 en todo el cielo”, explica Daniel Mortlock, autor principal del estudio e investigador del Imperial London College (Reino Unido). “Encontrar este objeto implicó una búsqueda minuciosa, pero valió la pena el esfuerzo para poder develar algunos de los misterios del Universo primitivo”, añade. Objetos similares que se encuentran más distantes no pueden ser detectados mediante rastreos en luz visible debido a que su luz, estirada por la expansión del universo, se ha desplazado casi por completo hacia la parte infrarroja del espectro al momento de llegar a la Tierra.
“Este quásar es una evidencia vital del universo primordial”, explica Stephen Warren, coautor del trabajo. “Es un objeto muy raro que nos ayudará a entender cómo crecieron los agujeros negros supermasivos unos cientos de millones de años después del Big Bang”, añade. Las observaciones mostraron que la masa del agujero negro situado en el centro de ULAS J1120+0641 equivale a dos mil millones de veces la masa del Sol. Una masa tan grande es difícil de explicar en una etapa tan temprana después del Big Bang. Las actuales teorías sobre el crecimiento de agujeros negros súpermasivos predicen un lento incremento de la masa a medida que el compacto objeto atrae materia desde sus alrededores.
Los quásares son galaxias distantes muy luminosas, alimentadas por un agujero negro supermasivo en su centro. Su brillo los convierte en poderosos faros que pueden ayudar a investigar la época en que se formaron las primeras estrellas y galaxias.
Los quásares han sido identificados históricamente en estudios ópticos, insensibles a fuentes de desplazamiento al rojo más allá de 6,5. Ahora, el trabajo revela que ULAS J1120+0641 tiene un acercamiento de 7,085, lo que significa 770 millones de años después del origen del universo. El quásar más cercano a este punto observado hasta el momento tenía un desplazamiento de 6,44 (100 millones de años más joven que el localizado ahora). Estudiar la distancia entre los dos "faros" servirá para arrojar algo de luz a una época de la que los científicos no tienen mucha información.
“Creemos que solo hay unos 100 quásares brillantes con desplazamiento al rojo superior a 7 en todo el cielo”, explica Daniel Mortlock, autor principal del estudio e investigador del Imperial London College (Reino Unido). “Encontrar este objeto implicó una búsqueda minuciosa, pero valió la pena el esfuerzo para poder develar algunos de los misterios del Universo primitivo”, añade. Objetos similares que se encuentran más distantes no pueden ser detectados mediante rastreos en luz visible debido a que su luz, estirada por la expansión del universo, se ha desplazado casi por completo hacia la parte infrarroja del espectro al momento de llegar a la Tierra.
“Este quásar es una evidencia vital del universo primordial”, explica Stephen Warren, coautor del trabajo. “Es un objeto muy raro que nos ayudará a entender cómo crecieron los agujeros negros supermasivos unos cientos de millones de años después del Big Bang”, añade. Las observaciones mostraron que la masa del agujero negro situado en el centro de ULAS J1120+0641 equivale a dos mil millones de veces la masa del Sol. Una masa tan grande es difícil de explicar en una etapa tan temprana después del Big Bang. Las actuales teorías sobre el crecimiento de agujeros negros súpermasivos predicen un lento incremento de la masa a medida que el compacto objeto atrae materia desde sus alrededores.
Así perdieron los humanos las espinas del pene
La mayoría de los mamíferos macho tienen el pene cubierto de espinas de queratina, similares a las uñas, que utilizan para desechar el esperma de otros competidores e irritar a la hembra para propiciar la ovulación. Un estudio realizado por científicos de las universidades de Standford y Pensilvania, en Estados Unidos, revela que esta característica desapareció en el hombre con un fragmento de ADN que se eliminó durante nuestra evolución. Los investigadores también han identificado una región del genoma que ha permitió que nuestro cerebro se expandiera, según publica hoy la revista Nature.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores, dirigidos por Gill Bejerano, partieron de la hipótesis de que, en lugar de que el ADN humano tenga ventajas sobre el del chimpancé, "en algún momento de la evolución perdimos algunas cadenas de información genética". Así encontraron 510 secciones de código perdido. A continuación eligieron las regiones eliminadas de ADN relacionadas con hormonas masculinas, así como con el desarrollo del cerebro. Después introdujeron estas regiones de código dentro de ratones para averiguar cómo se expresaban y descubrieron que eran responsables de la pérdida de los bigotes sensoriales y de las espinas del pene, así como del crecimiento del cerebro.
Las espinas del pene son comunes en otros animales, incluyendo a chimpancés, macacos y ratones, pero una morfología más simplificada tiende a asociarse con la conducta monógama de ciertos primates.
Muchos estudios han intentado resolver la cuestión de qué hace al ser humano distinto al resto de organismos buscando características extra frente a las de los familiares evolutivos más cercanos. Esta es la primera vez que se descubren características específicas humanas examinando lo perdido a lo largo de la evolución.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores, dirigidos por Gill Bejerano, partieron de la hipótesis de que, en lugar de que el ADN humano tenga ventajas sobre el del chimpancé, "en algún momento de la evolución perdimos algunas cadenas de información genética". Así encontraron 510 secciones de código perdido. A continuación eligieron las regiones eliminadas de ADN relacionadas con hormonas masculinas, así como con el desarrollo del cerebro. Después introdujeron estas regiones de código dentro de ratones para averiguar cómo se expresaban y descubrieron que eran responsables de la pérdida de los bigotes sensoriales y de las espinas del pene, así como del crecimiento del cerebro.
Las espinas del pene son comunes en otros animales, incluyendo a chimpancés, macacos y ratones, pero una morfología más simplificada tiende a asociarse con la conducta monógama de ciertos primates.
Muchos estudios han intentado resolver la cuestión de qué hace al ser humano distinto al resto de organismos buscando características extra frente a las de los familiares evolutivos más cercanos. Esta es la primera vez que se descubren características específicas humanas examinando lo perdido a lo largo de la evolución.
¿Existen los restaurantes para nudistas?
Sí, siempre que acudas a una zona exclusiva naturista, como la de Cap d'Agde, en Francia, o la de Vera Natura, en Almería. En estos resorts, todas las instalaciones, restaurantes, bares, cines, casinos, bancos e incluso los supermercados reciben a los clientes tal cual vinieron al mundo. Según la Federación Española de Naturismo (FEN), solo en ocasiones concretas se da la posibilidad de que un restaurante organice cenas en pelotas fuera de un enclave nudista. Este es el caso de las Clothing Optional Dinners, eventos organizados por un grupo de naturistas de Nueva York durante los cuales ciertos restaurantes, museos y teatros de Manhattan acogen a clientes en cueros.
Para atender estos ágapes, en los que nunca se sirven sopas calientes, el personal del restaurante sí permanece vestido por cuestiones higiénicas. Además, los comensales del sexo masculino deben llevar para sentarse una pequeña toalla, y las mujeres, un pañuelo de seda.
Para atender estos ágapes, en los que nunca se sirven sopas calientes, el personal del restaurante sí permanece vestido por cuestiones higiénicas. Además, los comensales del sexo masculino deben llevar para sentarse una pequeña toalla, y las mujeres, un pañuelo de seda.
El amor disminuye la sensación de dolor
Maldecir mitiga el dolor, pero también hay opciones más románticas para aliviar esta sensación: el amor. Puede sonar cursi, pero pensar o ver una foto de la persona amada hace que el dolor sea menos importante – comprobado por la ciencia.
Si bien podría ser que pensar en la persona que queremos nos de alguna sensación de placer, aparentemente lo que provoca que el dolor disminuya es que el amor nos da seguridad, un escudo contra el daño.
“De nuestros trabajos anteriores, sabíamos que mirar la foto de una persona amada lleva a reducciones del dolor. Lo interesante es, ¿por qué sucede esto?”, señaló la psicóloga Naomi Eisenberger de la Universidad de California a Wired.
La investigadora usó un escáner cerebral para observar a 17 mujeres mientras recibían shocks punzantes, mientras observaban fotos de parejas románticas de largo plazo, de extraños y de objetos. Se les pidió a las mujeres que indicaran cuál fue la intensidad del dolor después de cada prueba.
El dolor fue menos intenso cuando las mujeres observaron a sus parejas. Eisenberg descubrió con la observación de los cerebros que observar las fotos mientras sentían dolor activaba una zona del cerebro relacionada con los sentimientos de seguridad y confianza.
La observación apoya la hipótesis de que la presencia de un ser amado produce este tipo de sentimientos. El fenómeno sería el contrario a lo que ocurre cuando te muestran imágenes de arañas o serpientes, que hacen que el dolor se sienta peor – algo que también se ha estudiado.
“En la literatura, la gente habla sobre el ‘estímulo preparado para el miedo’ – las serpientes y arañas son cosas para las que estamos preparados de manera innata para sentir miedo. Estas cosas han estado amenazando nuestra sobrevivencia a través de nuestra historia evolutiva. (…) Los amados, figuras a las que somos cercanos, podrían actuar como señales de seguridad, como individuos que a través de nuestra historia evolutiva hemos favorecido nuestra sobrevivencia”, explicó Eisenberg.
Aunque el estudio sólo se centró en mujeres, la psicóloga señaló que no hay razón para pensar que el efecto en hombres debiera ser diferente. “La gente podría especular que las mujeres serían más sensibles, pero estos procesos son igual de críticos para los hombres”.
Si bien podría ser que pensar en la persona que queremos nos de alguna sensación de placer, aparentemente lo que provoca que el dolor disminuya es que el amor nos da seguridad, un escudo contra el daño.
“De nuestros trabajos anteriores, sabíamos que mirar la foto de una persona amada lleva a reducciones del dolor. Lo interesante es, ¿por qué sucede esto?”, señaló la psicóloga Naomi Eisenberger de la Universidad de California a Wired.
La investigadora usó un escáner cerebral para observar a 17 mujeres mientras recibían shocks punzantes, mientras observaban fotos de parejas románticas de largo plazo, de extraños y de objetos. Se les pidió a las mujeres que indicaran cuál fue la intensidad del dolor después de cada prueba.
El dolor fue menos intenso cuando las mujeres observaron a sus parejas. Eisenberg descubrió con la observación de los cerebros que observar las fotos mientras sentían dolor activaba una zona del cerebro relacionada con los sentimientos de seguridad y confianza.
La observación apoya la hipótesis de que la presencia de un ser amado produce este tipo de sentimientos. El fenómeno sería el contrario a lo que ocurre cuando te muestran imágenes de arañas o serpientes, que hacen que el dolor se sienta peor – algo que también se ha estudiado.
“En la literatura, la gente habla sobre el ‘estímulo preparado para el miedo’ – las serpientes y arañas son cosas para las que estamos preparados de manera innata para sentir miedo. Estas cosas han estado amenazando nuestra sobrevivencia a través de nuestra historia evolutiva. (…) Los amados, figuras a las que somos cercanos, podrían actuar como señales de seguridad, como individuos que a través de nuestra historia evolutiva hemos favorecido nuestra sobrevivencia”, explicó Eisenberg.
Aunque el estudio sólo se centró en mujeres, la psicóloga señaló que no hay razón para pensar que el efecto en hombres debiera ser diferente. “La gente podría especular que las mujeres serían más sensibles, pero estos procesos son igual de críticos para los hombres”.
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